Cabe destacar que este trabajo lo he hecho doble, una primera vez con fotos buenas, estéticamente agradables y de calidad, pero sin nada especial; y una segunda vez que es a la que corresponden las fotos que expongo, la cual me parece más original, al menos en mi trayectoria como fotógrafo. Ésta innovación ha requerido más atrevimiento por mi parte, y en consecuencia he tenido que soportar más miradas sobre mis hombros, y no sólo de curiosidad que las llevo sin pena ni gloria sino también reprobativas.
Calle San Francisco.Definimos la calle, San Francisco, y a la caja, la otra protagonista de la sesión.
Tras hacer esta foto, unos chavales de unos 12 años que rondaban los alrededores con aires territoriales me preguntaron que por qué hacía fotos a una caja. Yo, orgulloso de mi extravagancia, respondí con la cabeza bien alta que porque soy un artista. No sé si lo seré, seguramente no, pero sí que me sentí así por un momento al disfrutar por ser incomprendido.
Teleobjetivo.
Como podemos observar, la foto con el teleobjetivo sale un tanto más oscura.
Sin títuloAnecdóticamente, una de las veces que esperaba a que viniese algún coche vino un coche de policía. Yo, como no sabía el humor de sus ocupantes, procedí a retirar la caja inocentemente.
Forever alone.Ésta fue la primera fotografía que hice con mi querida caja. Supuso, como ya he comentado antes, toda una revolución. Lo que me gusta de esta foto es el claro protagonismo de la caja, y su personalización.
Sin título.
Una más de la serie.
Sin título.
Como en la anterior, simplemente juego con los elementos de la calle.
Naturalidad.Las mujeres de la puerta eran dependientas de la tienda que curiosas y simpáticas preguntáronme acerca de mi labor. Cuando me disponía a irme les pedí que se hiciesen una foto con mi caja, pero tímidas prefirieron posar con actitud natural (despaldas a la cámara).
Sin título.
Ésta foto la hice con la cámara a la altura del abdomen, y sin fijarme en la actitud del sujeto principal (aparte de la caja). Ésto hizo que me sorprendiese especialmente la fotografía, y por ello la expongo.
Mario.
Mario era uno de los asistentes a la ceremonia y tras sorprenderse por mi trabajo le pedí que colaborase. Lo hizo de muy buena gana, lo cual le agradezco. Sólo lamento haberle cortado los pies de tal espantosa manera, despiste de principiantes.
La novia.Y por fin la novia. Mi objetivo era conseguir un plano medio con la caja y la novia (ocupando ésta una buena porción de la fotografía) aún así, el séquito que acompañaba a la novia no aprobó la posición estratégica de la caja (en medio de la escalera) y tuve que buscar la foto en el último momento.
Cualquier día de estos me levanto.
Mi pie más singular me saca a pasear.
Sigo las huellas del día anterior. Me llevan al instituto como el día anterior, y el anterior.
La luz de la mañana me reclama.
El aire y sobre todo el bocadillo traen la calma.
Otra vez de vuelta a casa.
De nuevo el hambre se apaga.
Hago la digestión con armonía, sin dejar dormir a la vecina.
Estudio y trabajo arduamente hasta que el sol se cansa.
Y como no podía dejar de ser, tras una dura jornada, una ducha para ir a la cama.
